La realidad económica de la clase media española en 2024-2025

Escrito el 30/05/2025
sergio


La clase media no se rompe de golpe, se desgasta en silencio.

La clase media en España afronta en 2024-2025 una situación económica marcada por luces y sombras. Tras la recuperación post-pandemia, los ingresos medios por hogar han alcanzado máximos históricos, pero la inflación reciente ha erosionado su poder adquisitivo. A su vez, el acceso a vivienda se ha vuelto más difícil debido al fuerte encarecimiento inmobiliario, mientras que la carga fiscal sobre las rentas del trabajo ha aumentado por la falta de ajustes en el IRPF. Este artículo analiza la realidad económica actual de la clase media española – sustentada en estadísticas oficiales recientes – abarcando la situación general de sus ingresos, comparaciones con Europa y EE.UU., las dificultades de vivienda, la evolución de su patrimonio e inversiones, el impacto de la inflación y la carga impositiva que soporta. Cada sección presenta datos actualizados de fuentes como el INE, Banco de España, Eurostat u OCDE, con gráficos y tablas ilustrativos cuando es útil, para fundamentar el análisis de manera accesible pero rigurosa.

Situación económica general de la clase media en España

Definir la “clase media” no es sencillo, pero una aproximación habitual es la de la OCDE, que la delimita como los hogares con ingresos entre el 75% y el 200% de la renta mediana nacional. Aplicando este criterio a España, aproximadamente el 60% de la población se enmarca dentro de la clase media. Curiosamente, esta cifra coincide con la percepción subjetiva: en una encuesta reciente (CIS, octubre 2024) un 57,2% de españoles se identificaron como clase media. En términos de ingresos, esto equivale, grosso modo, a unos 16.000–43.000 euros brutos anuales (aproximadamente 1.100–2.600 euros netos al mes) para un hogar unipersonal. Por encima de ese rango se hablaría de clase alta, y por debajo (ingresos inferiores al 75% de la mediana) de clase baja.

Los últimos datos muestran una mejora nominal de los ingresos medios. La renta media neta por persona en 2023 alcanzó los 14.807 euros anuales, un 5,1% más que el año anterior y el valor más alto desde que hay registros. Asimismo, la renta media neta por hogar subió a 36.996 euros (+6,3%), también récord histórico. Este crecimiento de rentas, junto con la creación de empleo, ha favorecido una ligera reducción de la desigualdad y la pobreza relativa: la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) bajó al 25,8% de la población en 2024 (frente al 26,5% en 2023). En otras palabras, la clase media en su conjunto ingresó más en 2023-2024, lo que ha permitido cierta mejora en indicadores sociales.

No obstante, persisten señales de fragilidad económica en amplios segmentos. A pesar de los mayores ingresos agregados, un 9,1% de la población declaró llegar a fin de mes con mucha dificultad en 2024, y más de un tercio de los hogares (33,4%) no pudo permitirse ni una semana de vacaciones al año. Estos datos reflejan que una parte de la clase media-baja sigue en situación precaria, destinando la mayor parte de sus ingresos a cubrir necesidades básicas. En suma, la situación general de la clase media española es la de un grupo mayoritario de la población, con ingresos en máximos históricos pero con una notable heterogeneidad interna: coexisten hogares acomodados con otros al límite para mantener su nivel de vida, especialmente ante shocks económicos recientes.

La clase media en España vs. Europa y Estados Unidos

En comparación internacional, la clase media española tiene un peso ligeramente menor que la de algunas economías europeas avanzadas, pero mayor que la de Estados Unidos. Mientras que en España alrededor del 60% de la población se considera de clase media según su nivel de ingresos, en países como Francia, Países Bajos o Dinamarca el porcentaje ronda el 70%. Por el contrario, Estados Unidos presenta una clase media más reducida, aproximadamente la mitad de la población (en torno al 50-51%), reflejo de una distribución de la renta más desigual. En general, los países con menos igualdad tienden a tener menos población en el centro y más en los extremos: muchos más hogares en situación de renta baja y también más ricos muy por encima de la mediaelpais.com. Este es el caso de EE.UU., mientras que en Europa Occidental las sociedades tienden a ser más homogéneas y con una clase media numéricamente más amplia.

País % de la población en clase media (ingresos 75%-200% de la mediana)
España (2021) 59,6%
Francia ~70%
Dinamarca ~70%
Estados Unidos 51%

Más allá del tamaño, también existen diferencias en el nivel de ingresos y la capacidad adquisitiva de la clase media entre países. La renta mediana por persona en España (en estándares de poder de compra) está por debajo de la de economías como Francia o Alemania, aunque por encima de la de algunos vecinos del sur y este de Europa. Ello se traduce en que, de media, la clase media española dispone de menos renta disponible que la de Francia o los países nórdicos, aunque el Estado de bienestar (sanidad, educación públicas, etc.) compensa en parte esas diferencias de ingreso disponible. Aun con menores salarios medios, España destaca en cambio por un mayor patrimonio mediano de los hogares en comparación con países más ricos: por ejemplo, la mediana de riqueza neta por hogar en España se situaba en torno a 119.100 €, claramente por encima de los 71.100 € de Alemania (datos ~2020). Esta aparente paradoja (españoles “más ricos” que alemanes en patrimonio mediano) se explica por la mayor tasa de propiedad de vivienda en España, que eleva el patrimonio típico familiar, frente a países donde más hogares de clase media residen de alquiler y por tanto tienen menos activos. En definitiva, en el contexto europeo la clase media española se caracteriza por ingresos medios más modestos, pero un mayor peso de la vivienda en su riqueza neta. Respecto a EE.UU., las diferencias son marcadas: la clase media estadounidense tiene mayores ingresos brutos en promedio, pero afronta costes privados más altos (sanidad, universidad) y una menor red de protección, además de soportar una desigualdad mucho mayor. Todo ello hace que la clase media estadounidense esté más “estrechada” y con mayor riesgo de caer en estratos bajos ante dificultades, mientras que en Europa y España el Estado del bienestar amortigua parcialmente esos riesgos.

Acceso a la vivienda y evolución del mercado inmobiliario

El acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los principales desafíos económicos para la clase media en España. Tradicionalmente, España presentaba altas tasas de vivienda en propiedad, pero en los últimos años la tendencia ha cambiado. En 2024, solo el 73,6% de los hogares residía en vivienda propia, el porcentaje más bajo registrado desde que inició la serie en 2004. Consecuentemente, el alquiler alcanzó un máximo histórico: un 20,4% de las familias vive arrendando (17% en alquiler a precio de mercado y un 3,4% en alquileres de precio reducido). Este cambio indica que incluso familias de clase media que en décadas pasadas hubieran comprado su casa, hoy optan (o se ven obligadas) a alquilar, ya sea por precios inmobiliarios prohibitivos, empleos más precarios o falta de ahorros para la entrada de una hipoteca.

En efecto, el precio de la vivienda en España ha experimentado una notable escalada en el periodo reciente. En el último trimestre de 2024 los precios de la vivienda aumentaban a un ritmo interanual de +11,3% (impulsados especialmente por la vivienda nueva, +12,3%). Este encarecimiento muy superior al crecimiento salarial ha deteriorado seriamente la asequibilidad. Según el Banco de España, la cuota hipotecaria de una vivienda media absorbía a finales de 2024 cerca del 34,4% de los ingresos familiares –muy por encima del 30% recomendado por los expertos–, apenas algo menor que el 36,7% que representaba en 2023. Para contextualizar: en la época anterior al boom inmobiliario, el esfuerzo rondaba solo el 25% (por ejemplo, 25,3% en 1999). Hoy, aun destinando más de un tercio de la renta al pago de la casa, muchas familias medias no logran comprar vivienda en las zonas donde trabajan, especialmente jóvenes y hogares primerizos. Un indicador ilustrativo es el número de años de sueldo necesarios para adquirir una vivienda: en 2024, se requerían en promedio 7,25 años completos de ingresos brutos para comprar una vivienda media en España. Este valor, aunque algo inferior al máximo histórico de ~9 años registrado en 2007, sigue siendo extremadamente alto. Significa que, teóricamente, una familia debería destinar el 100% de sus ingresos de siete años para pagar su vivienda, lo cual es impracticable; en la realidad, se traduce en hipotecas a muy largo plazo y en un endeudamiento pesado para la clase media.

Por otro lado, el mercado de alquiler también ha tensionado los bolsillos. Los arrendamientos han seguido subiendo a la par que la compraventa, en un contexto de alta demanda y oferta limitada. A finales de 2024, el esfuerzo medio para alquilar absorbía alrededor del 36% de los ingresos del hogar, superando incluso la carga de la hipoteca promedio. Este porcentaje está muy por encima del tercio de ingresos que comúnmente se considera el umbral de asequibilidad. En grandes ciudades la situación es aún más grave: en Barcelona, alquilar una vivienda típica exige cerca del 49% del ingreso familiar, y en Madrid alrededor del 41%, porcentajes que bordean o exceden la mitad del salario disponible. Esta realidad obliga a muchos hogares de clase media a destinar al alojamiento una proporción desmesurada de su presupuesto, reduciendo su capacidad de ahorro y consumo en otras áreas.

Las causas de esta problemática son estructurales. La oferta de vivienda asequible es insuficiente –la vivienda social o protegida apenas supone un 2,9% del parque total–, mientras que la población y los hogares no han dejado de crecer en los últimos años. El resultado es una fuerte presión sobre los precios, tanto de compra como de alquiler, en especial en núcleos urbanos y zonas con actividad económica dinámica. Como resumen, la vivienda se ha convertido en un bien cada vez más inaccesible para buena parte de la clase media española, obligando a un endeudamiento prolongado a quienes compran, o a pagar rentas muy elevadas a quienes alquilan. Esto agrava la sensación de inseguridad económica en la clase media, dificulta la formación de nuevos hogares (emancipación tardía de los jóvenes) y contribuye a la desigualdad patrimonial entre quienes pudieron adquirir vivienda años atrás y quienes no pueden hacerlo ahora.

Patrimonio e inversiones de la clase media

El nivel de patrimonio neto de la clase media española está muy influido por la propiedad inmobiliaria. Los datos de la Encuesta Financiera de las Familias (Banco de España) muestran que en 2022 los activos reales (principalmente viviendas) constituyen cerca del 80% del total de activos de los hogares (79,2%), mientras que los activos financieros apenas son el 20% restante. En particular, la vivienda habitual representa por sí sola más de la mitad del patrimonio real de las familias. Esto implica que el patrimonio típico de la clase media española está altamente concentrado en el ladrillo. La mediana de riqueza neta familiar rondaba los 143.000 € en 2022, un valor elevado en comparación internacional para el nivel de renta de España. Sin embargo, la distribución es muy desigual: la riqueza media (315.600 €) es más del doble de la mediana, evidenciando que los hogares de mayor patrimonio elevan significativamente la media. De hecho, la concentración de la riqueza ha aumentado en la última década, como refleja la ratio media/mediana (pasó de 1,47 en 2005 a 2,21 en 2022). Esto significa que una minoría posee una porción muy grande de los activos, mientras que para la mayoría de la población el patrimonio principal es básicamente su vivienda (y a veces ni eso, en el caso de los inquilinos).

En cuanto a las inversiones financieras de la clase media, España históricamente ha mostrado una preferencia por la liquidez y la seguridad. Incluso a finales de 2024, los hogares mantenían el 35% de sus activos financieros en efectivo y depósitos bancarios, a pesar de los bajos rendimientos de estos en los últimos años. El resto de inversiones se reparte principalmente entre participaciones en empresas (acciones cotizadas o no, alrededor del 32%), fondos de inversión (16%) y seguros o fondos de pensiones (12%). En años recientes ha habido un ligero incremento en la tenencia de fondos de inversión (+1,3 puntos porcentuales en un año) y una reducción del peso relativo del efectivo (-2 puntos), señal de una búsqueda de mayores rendimientos ante la inflación y tipos de interés muy bajos hasta 2022. No obstante, la aversión al riesgo sigue siendo notable: la clase media española, en promedio, invierte menos en Bolsa o pensiones privadas que sus homólogos de EE.UU. o del norte de Europa, confiando más en la vivienda como valor seguro y en el sistema público de pensiones para la jubilación. Esto puede limitar sus fuentes de ingresos pasivos, pero también la protege parcialmente de caídas bursátiles.

Un aspecto preocupante es la situación patrimonial de las generaciones más jóvenes de clase media. Muchos millenials y miembros de la Generación Z encuentran enormes barreras para acumular patrimonio: precariedad laboral, sueldos iniciales bajos y la ya mencionada dificultad de acceso a la vivienda. Como resultado, la brecha de riqueza intergeneracional se ensancha. Mientras los hogares de edad mediana-avanzada pueden haberse beneficiado de compras de vivienda hechas décadas atrás a precios inferiores (y han visto revalorizadas sus propiedades), los jóvenes se enfrentan a alquileres caros y a la imposibilidad de ahorrar para una entrada hipotecaria. Algunos análisis señalan que el patrimonio neto mediano de los menores de 40 años en España es apenas una fracción del que tenían sus padres a la misma edad, y ha disminuido en las últimas décadas. Esto supone un riesgo para la cohesión futura de la clase media, ya que podría convertirse en una capa social más envejecida y con menos relevo generacional si los jóvenes no logran ascender económicamente.

En resumen, la clase media española presenta un patrimonio medio-alto en términos comparativos, cimentado sobre todo en la propiedad de vivienda. Sin embargo, esta riqueza está desigualmente distribuida y no necesariamente proporciona liquidez. Las inversiones financieras van en aumento pero siguen orientadas a productos conservadores. De cara al futuro, será clave mejorar las oportunidades de ahorro e inversión de las nuevas generaciones –por ejemplo, facilitando el acceso a la vivienda o incentivando el ahorro previsional– para que puedan reproducir las condiciones de bienestar de la actual clase media propietaria.

Impacto de la inflación en la clase media

El bienio 2021-2023 trajo una inflación elevada que ha repercutido significativamente en la economía de la clase media española. Tras una década de inflación moderada, en 2022 los precios al consumo registraron una subida anual media en torno al 8,4%, la más alta desde los años 80, impulsada por el encarecimiento de la energía, combustibles y alimentos (efecto de la pospandemia y la guerra en Ucrania). Aunque en 2023 y comienzos de 2024 la inflación se moderó (cerró 2023 en torno al 5% y se situó en ~3,5% interanual en primavera de 2024), los precios acumulaban en esos dos años un alza sustancial. Este shock inflacionario ha tenido dos consecuencias principales para la clase media: una pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos, y un aumento de la carga impositiva efectiva (al no haberse ajustado los tramos del IRPF, como veremos en la siguiente sección).

En términos de salarios reales, la clase media española aún no ha recuperado totalmente el poder de compra pre-pandemia. De acuerdo con la OCDE, a inicios de 2024 el salario medio era un 2,5% inferior en términos reales al de finales de 2019. España figura así entre los países desarrollados donde más han caído los salarios reales desde 2020 (junto con, por ejemplo, Suecia o Italia). Si bien en 2023 se pactaron subidas salariales considerables (el sueldo medio subió ~5-6%, superando ligeramente la inflación de ese año), esto apenas supuso una recuperación parcial de lo perdido en 2021-2022. En contraste, países vecinos como Francia o Portugal han logrado que los salarios reales vuelvan a niveles pre-crisis, lo que sugiere un margen de mejora en España. La erosión del poder adquisitivo se manifiesta en el día a día de la clase media: encuestas oficiales mostraron en 2023 el nivel más alto desde 2004 de hogares que no podían mantener su vivienda a una temperatura adecuada (20,7% de hogares en 2023), indicador vinculado a la “pobreza energética”. Afortunadamente, con la bajada de los precios energéticos este porcentaje mejoró a 17,6% en 2024, pero sigue siendo elevado. Otros indicadores de privación material también reflejan el golpe de la inflación: el 14,2% de los hogares se retrasó en 2024 en pagos relacionados con la vivienda (hipoteca, alquiler, facturas), y como ya se mencionó, un 33% no pudo permitirse vacaciones. Si bien estos problemas no afectan exclusivamente a la clase media (inciden más en rentas bajas), muchos hogares medios se han visto obligados a ajustar su consumo y reducir ahorro para afrontar la subida general de precios.

El Gobierno español implementó algunas medidas paliativas en 2022-2023 (rebajas del IVA en la electricidad y gas, bonos energéticos, tope al precio del gas en generación eléctrica, etc.), que moderaron parcialmente el impacto de la inflación en ciertos gastos básicos. Gracias a ello y a la propia desaceleración de los precios en 2023, la confianza del consumidor y las ventas minoristas se recuperaron levemente a finales de 2023. Incluso se registró un pequeño aumento del poder adquisitivo medio ese año. Sin embargo, la sensación subjetiva de “llegar justo” a fin de mes se generalizó más allá de los hogares de rentas bajas, tocando también a familias de ingresos medios que antes gozaban de mayor holgura. Buena parte de la clase media ha tenido que posponer decisiones de gasto importantes (compra de coche, reformas, viajes) debido al encarecimiento de la cesta de la compra, combustibles, hipotecas (por la subida de tipos de interés) y otros gastos.

En síntesis, la inflación reciente ha actuado como un impuesto silencioso que ha mermado la capacidad de gasto de la clase media española. Aunque la economía en agregados va bien (crecimiento del PIB, creación de empleo, aumento de rentas medias), los costes de vida más altos han impedido que muchas familias sientan una mejora real. La expectativa es que en 2024-2025 la inflación se modere hacia niveles más normales (~2-3%), lo que, de cumplirse, permitiría recuperar gradualmente el poder adquisitivo siempre que los salarios sigan subiendo en términos nominales. No obstante, quedan cicatrices del bienio inflacionista: niveles de ahorro más bajos y deudas mayores en algunos casos (por ejemplo, quienes financiaron gastos cotidianos). La capacidad de la clase media para mantener su estándar de vida en el futuro inmediato dependerá en buena medida de que la inflación permanezca controlada y de que los salarios reales vuelvan a crecer de forma sostenida.

Carga fiscal e impuestos sobre la clase media

La carga fiscal que soporta la clase media española ha aumentado en los últimos años, en parte debido a la inflación y en parte por la propia estructura impositiva. España tiene un sistema tributario progresivo en la renta y elevados impuestos al consumo, lo que implica que las rentas medias contribuyen sustancialmente a la recaudación. De hecho, el grupo de contribuyentes de rentas medias y altas (el 41% superior de declarantes) aporta alrededor del 91% de toda la recaudación del IRPF, mientras que el 59% de declarantes de menor renta apenas contribuye el 9% restante. Esto refleja que la clase media paga la mayor parte de los impuestos sobre la renta, dado que las rentas muy bajas están exentas o tienen cuotas ínfimas y las altísimas fortunas son relativamente escasas en número (aunque aporten mucho individualmente). Además, la presión fiscal efectiva sobre el trabajador medio ha ido en aumento recientemente. Según la OCDE, la cuña fiscal –es decir, la diferencia entre el coste laboral total para la empresa y el salario neto que recibe el empleado– alcanzó el 40,6% para un asalariado medio en España en 2024, aumentando casi medio punto en un año. Dicho de otro modo, entre impuestos sobre la renta y cotizaciones sociales, más de dos quintas partes del coste laboral se desvían al erario público. Este nivel supera la media de la OCDE y supone que España tenga una carga sobre el trabajo comparable a la de economías como Austria o Italia, si bien por debajo de países como Alemania o Francia (cuña fiscal en torno al 47%).

¿Por qué ha subido la carga fiscal recientemente? Un factor clave ha sido la inflación combinada con la no deflactación del IRPF. Al incrementarse los salarios nominales por la inflación, muchos trabajadores han pasado a tributar en tramos más altos o a pagar tipos efectivos mayores, pese a no haber ganado poder adquisitivo real –a esto se le llama progresividad en frío o bracket creep–. Un estudio de Funcas cuantificó que entre 2021 y 2024, el Estado recaudó 9.800 millones de euros extra gracias a no ajustar el IRPF a la inflación, siendo las rentas medias las más perjudicadas, soportando el 61,3% de ese sobreesfuerzo fiscal. En promedio, cada hogar de clase media paga unos 1.100 euros más al año en impuestos (IRPF+IVA) por efecto de la inflación. Esta cifra combina el efecto del IRPF no ajustado y el aumento de la recaudación por IVA debido a los mayores precios de prácticamente todo (ya que el IVA grava un porcentaje del precio, si los precios suben, la recaudación sube automáticamente). En 2024, la recaudación de IRPF fue un 48% mayor que en 2019, y la de IVA un 26% mayor, incrementos muy por encima del crecimiento económico acumulado, lo cual evidencia el efecto de la inflación en las arcas públicas a costa del contribuyente medio.

Por otro lado, los tipos efectivos medios del IRPF sobre rentas del trabajo han alcanzado máximos históricos. Hacienda retiene ya de media un 17,1% de las nóminas de los trabajadores en concepto de IRPF (dato de 2024), porcentaje que ha ido al alza durante la última legislatura. En el caso de los pensionistas, el tipo medio es más bajo (10%), pero también en aumento. A esto se añaden las cotizaciones a la Seguridad Social (que paga en buena parte el empleador pero repercuten en el costo laboral) y los impuestos indirectos. Si sumamos impuestos directos, cotizaciones e IVA soportado, algunos cálculos estiman que casi la mitad de la renta media bruta de un trabajador termina en las arcas públicas de una forma u otra. Esta presión fiscal, vista así en conjunto, alimenta el debate político acerca de si España se está convirtiendo en un “infierno fiscal” para clases medias, como denuncian algunos, o si por el contrario el nivel impositivo es el necesario para sostener el Estado de bienestar europeo.

Desde una perspectiva comparada, la carga impositiva sobre la clase media española es similar o algo superior a la de países vecinos en lo referente a cotizaciones sociales e IVA (España tiene un IVA estándar del 21%, parecido al de la mayoría de la UE). En el IRPF, el tipo máximo marginal (47-50% según la comunidad autónoma) es alto, pero el tipo efectivo medio para rentas medias no difiere mucho del de Francia o Italia. Sin embargo, la ausencia de ajustes por inflación hasta 2023 hizo que de facto se subieran impuestos de manera encubierta. Algunas comunidades autónomas han empezado a deflactar la tarifa autonómica del IRPF en 2023-2024 para aliviar a los contribuyentes (Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana, etc.), pero en la tarifa estatal (que representa la mitad del impuesto) no se hizo, incrementando la recaudación como vimos.

En resumen, la clase media española sostiene una porción muy significativa de los ingresos tributarios del país, y su esfuerzo fiscal ha ido en aumento reciente debido a la combinación de inflación y progresividad. Esto se ha traducido en una cierta pérdida de renta disponible adicional a la causada por la inflación en sí. Si bien esa mayor recaudación ha contribuido a financiar servicios públicos y reducir el déficit, existe el riesgo de sobrecargar a las clases medias y frenar el consumo privado. De cara al futuro, se plantea la disyuntiva de aliviar la carga fiscal a las rentas medianas (mediante deflactación del IRPF, reducciones selectivas de cotizaciones o IVA) para impulsar su capacidad de gasto, frente a la necesidad de mantener ingresos fiscales suficientes para sostener el gasto público en pensiones, sanidad, educación, etc. Encontrar ese equilibrio será fundamental para la salud económica de la clase media.

Conclusión

La radiografía de la clase media española en 2024-2025 muestra un colectivo numeroso y heterogéneo que ha logrado capear la crisis pandémica y volver a la senda de crecimiento de ingresos, pero que enfrenta nuevos desafíos económicos. Sus ingresos están en máximos históricos nominales, pero la inflación reciente ha mermado su valor real, haciendo que muchas familias sientan que viven peor que hace unos años a pesar de las buenas cifras macro. Comparada con otras sociedades, la clase media española sigue siendo amplia en tamaño (cerca del 60% de la población) aunque con menor poder adquisitivo medio que en el centro y norte de Europa, y con un patrón marcado por la propiedad de la vivienda como principal fuente de riqueza. Precisamente la vivienda y su encarecimiento se erigen como el problema más acuciante: tanto por la dificultad de acceso para quienes no la tienen (precios y alquileres muy elevados), como por la carga financiera que supone para quienes sí la poseen (hipotecas, coste de oportunidad, etc.). Esto contribuye a la desigualdad entre insiders (propietarios consolidados) y outsiders (jóvenes y nuevos hogares que no pueden comprar), fracturando a la propia clase media.

Otro reto es la elevada presión fiscal y de costes que soporta este estrato: en pocos años, la clase media ha visto aumentar sus impuestos efectivos y sus gastos básicos (vivienda, energía, alimentación), lo que estrecha su margen de maniobra económico. Si a ello se suma cierta precarización laboral en los tramos bajos de la clase media (empleos temporales, salarios estancados en sectores de baja productividad), el resultado es una sensación de “clase media agobiada”, que trabaja y paga impuestos pero progresa poco en términos reales.

No obstante, las perspectivas futuras no están exentas de oportunidades. La economía española continúa creciendo en 2024-2025 por encima de la media europea, lo cual, de sostenerse, debería traducirse en más y mejores empleos para la clase media. La moderación de la inflación prevista aliviará la pérdida de poder de compra, y si se acompaña de subidas salariales ligadas a productividad, podría recuperarse terreno en salarios reales. Asimismo, una posible bajada de los tipos de interés (tras el pico de 2023) podría dar un respiro tanto a las hipotecas existentes como a los jóvenes que buscan comprar vivienda, siempre y cuando los precios inmobiliarios se estabilicen. En el ámbito fiscal, ya se debate una reforma tributaria que alivie a las rentas medias (por ejemplo, ajustando el IRPF por inflación o reduciendo cotizaciones a los salarios más bajos) para estimular la economía familiar.

En definitiva, la clase media española sigue siendo el pilar socioeconómico del país –por tamaño y por contribución a la actividad y los ingresos públicos–, pero para que continúe siéndolo debe afrontar exitosamente los desafíos de esta etapa: recuperar poder adquisitivo, acceder a vivienda en condiciones razonables, y no verse asfixiada por impuestos o deudas. Las políticas públicas jugarán un papel crucial en apuntalar a este grupo: desde fomentar la oferta de vivienda asequible y el empleo de calidad, hasta garantizar que la carga fiscal sea equitativa y sostenible. Solo así la clase media podrá mantener su rol de motor del crecimiento y garante de la cohesión social en España, asegurando a las próximas generaciones las mismas o mejores oportunidades de progreso que tuvieron las anteriores. La coyuntura actual presenta dificultades, pero también la ocasión de reforzar a la clase media como columna vertebral de una economía próspera y una sociedad más equilibrada en los años venideros.

Fuentes: INE (Encuesta de Condiciones de Vida 2023-2024), Banco de España (Cuentas Financieras de los Hogares, Encuesta Financiera de Familias), OCDE (Taxing Wages 2025, OECD Economic Surveys: Spain 2023), Eurostat, CIS, idealista/news, Funcas, prensa económica (El País, El Confidencial, La Razón, etc.).